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WE WISH YOU A BLOODY CHRISTMAS

Foto del escritor: Franco JanczewskiFranco Janczewski

Todos concuerdan en que, hoy en día, el fútbol está muy violento. Basta con ponerse a pensar que hace 7 años que la AFA le prohíbe a la hinchada visitante ir al estadio, como si eso vaya a cambiar algo. Si el problema fuese la visita, también habría que impedirle a ese equipo entrar a la cancha, no sea cosa que se peleen los propios jugadores por una falta recibida, o porque la pelota no sobrepasó en su totalidad la línea en el gol, o mismo porque consideran que el festejo fue desmedido. Pero la problemática es social y mucho más profunda, no se soluciona impidiéndoles a los hinchas ir a alentar a su equipo. El problema no es el deporte en sí, hay que recordar la ocasión en que el fútbol fue herramienta de mediación.

 

Guerra. Aquello impulsado por la ambición humana de conquista, movido por humanos y que acaba con la vida de millones de los mismos. Hubo dos eventos que marcaron a la sociedad internacional, que fueron la Primera y Segunda Guerra Mundial. Pero es sólo la Primera la protagonista de esta historia. La que inició el 28 de julio de 1914 y acabó el 11 de noviembre de 1918. Esta historia es conocida como “Tregua de Navidad”, y los actores principales son Alemania e Inglaterra. Al igual que argentinos tienen como némesis a brasileños, uno de los más grandes clásicos europeos lo conforman alemanes e ingleses. No solo es una pica futbolística, también lo existe social, ideológica, política y gubernamentalmente, ya que hasta incluso se oponen en la manera de gobernar a sus respectivos pueblos: mientras que Alemania se rige mediante una democracia, Inglaterra hace lo propio con una monarquía.


Alemania vs Resto del Mundo. No, no es el nombre de un partido a beneficio en el cuál juegan un equipo de una leyenda del fútbol contra otro compuesto por mega estrellas (“Amigos de Messi vs Resto del Mundo”, por ejemplo). Más bien, es un resumen muy básico de lo que fueron ambas Guerras Mundiales. Y dentro de ese “Resto del Mundo”, se encontraban los británicos, que no podían perderse semejante oportunidad de oponerse a los germanos, mucho menos si la derrota podía llegar a significar tener que vivir en un mundo gobernado por su eterno rival. Como bien informan los libros de historia, esta guerra duró 4 años y comenzó en julio de 1914, así que el conflicto ocupó más de una sola Navidad. No es posible ponerse en las mentes de los soldados de ambos bandos cuando se daban cuenta que se acercaban las fechas festivas y no solo sabían que la lucha no cesaría a tiempo, sino que tampoco estaban seguros de si iban a estar con vida para volver a sus casas junto con sus familias.


Para aquella primera Navidad en guerra, se estipula que fueron aproximadamente 100.000 soldados en total, de un ejército y del otro, los que se negaron a atacarse mutuamente; oponiéndose a las directivas recibidas por sus superiores. Por supuesto, hubo una táctica para llevar a cabo este acuerdo de paz. Ambos armaron barricadas a apenas metros de distancia de la otra hecha por su rival, así podían cerciorarse de que el otro no atacase. Incluso, soldados sobrevivientes afirmaron que podían escucharse los villancicos de la brigada de enfrente.


¿Y en dónde entra el fútbol en todo esto? Desde siempre que esta disciplina es considerada el deporte rey por excelencia, aquella que mueve multitudinarias masas de gente en todo el mundo. Si bien es verdad que Inglaterra inventó el fútbol y que la Football Association (así se llamó la primera confederación de fútbol de la historia, que fue inglesa) se creó en 1863, la legalización del profesionalismo del deporte en estas tierras data recién de 1885. Por su parte, en Alemania, el fútbol se hizo profesional 15 años después (1900). Rivales que no querían ser enemigos, los alemanes se acercaron a sus pares europeos para hablar de su divertida y lúdica invención. Resultado: terminaron jugando un partido de fútbol, al cuál se lo puede ver como el primer enfrentamiento no oficial entre la selección inglesa y la alemana, o bien, como el primer “picadito” de la historia.


Basta con imaginarse la rabia de los comandantes, que no podían creer lo que estaban viendo. Querían ver teñido de sangre enemiga el suelo de la “Tierra de Nadie” (así se le suele decir a los campos de batalla), y terminaron viendo a sus subordinados pasando un buen rato con los rivales. Bajo el lema de “vive y deja vivir”, se llevó a cabo esta escena. Paul McCartney escribió una canción sobre esta anécdota, titulada “Live and Let Die” (“Vive y deja morir”). Toda la letra del mítico rockero de Liverpool es una oda al pensamiento de aquellos que se oponían a esta idea: “Cuando tienes un trabajo debes hacerlo bien // Debes ocasionarle al otro hombre un infierno // Debes decir “Vive y deja morir””. Más ejemplos se podrían dar, pero para que el artículo no quede largo, el resto de la canción dice que eso es lo que hay que hacer para cambiar el mundo.


Quizás impresionados por la longevidad de la disputa, o tal vez dándose cuenta que el inmenso dolor que ellos sentían al imaginarse muertos por esas fechas también lo sentía el enemigo, el fuego cesó por un par de noches y el juego lo reemplazó. Al fin y al cabo, los soldados que van a una guerra… ¿Son héroes nacionales o víctimas de un Estado que los obliga a ir?


Franco Janczewski

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