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QUE LA PELOTA SIGA GIRANDO: 36 AÑOS DE LA TRAGEDIA DE HEYSEL

Foto del escritor: Ariel mc grathAriel mc grath

En las últimas semanas la frase “The show must go on” se hizo, lamentablemente, muy cotidiana. En la Copa Libertadores y Sudamericana, se siguieron jugando los partidos en Colombia a pesar de las represiones y la violencia que está sufriendo el país. La misma Conmebol hizo que River jugara con 11 jugadores, con un mediocampista como arquero, sin importarles las bajas que sufrió el equipo por el Covid-19. Sucesos que hoy son moneda cotidiana, pero el mirar para otro lado no es algo nuevo. El 29 de mayo de 1985 se jugó la final de la Copa de Europa entre el Liverpool y la Juventus. En la cancha la pelota rodaba, mientras que el horror se apropiaba de las tribunas. En vísperas de una nueva final de Champions, recordamos uno de los sucesos más tristes del fútbol mundial: la tragedia de Heysel.

 

En la previa de la definición de la Copa de Europa 84/85, el ambiente en Bruselas era tenso. A lo largo de la jornada, los “seguidores” de los Reds y de La Vecchia Signora habían protagonizados incidentes en toda la ciudad. No obstante, el “conflicto” para los hooligans comenzó un año antes. En la temporada pasada, el Liverpool había derrotado a la Roma en la final, donde la violencia también se hizo presente y dejó con sed de revancha a los “hinchas” ingleses. A esto se me sumó la rivalidad que existía entre la Premier y el Calcio, y que, unos meses antes, la Juventus superó al equipo británico en la Supercopa de Europa. Estas situaciones no deberían trascender del campo de juego o de una rivalidad DEPORTIVA, pero cuando los involucrados son irracionales, los resultados también lo son y eso desencadena las fatalidades.


Con el objetivo de controlar y verificar si las entradas eran originales o falsas, la policía belga había solicitado que a los aficionados que acudieran temprano. Más de 60.000 hinchas estaban en el Estadio Heysel esperando el inicio del juego, pero una hora antes del pitido inicial empezaron las agresiones. En una de las populares, detrás de los corners, se encontraban los simpatizantes del equipo italiano. A su lado, separados por un alambrado bastante precario, se ubicaban los “fanáticos” del Liverpool. Fue en ese momento que algunos comenzaron a arrojar piedras, botellas y otros objetos hacia los tifosi”. Los hooligans derribaron la valla que dividía ambos sectores y cargaron contra los otros espectadores. Fueron pocos los policías que se interpusieron, los hinchas del equipo italiano estaban atrapados. Muchos intentaron saltar al campo de juego y lograron salvarse, pero lamentablemente otros quedaron atrapados entre el muro y los alambrados que separaban las gradas del terreno. 39 personas perdieron la vida ese día, sumado a los más de 600 heridos.


¿El partido? Se disputó igual, a pesar de la negación de los jugadores y clubes. ¿Cuál fue la razón para que la pelota se ponga en movimiento? Las autoridades locales y la UEFA dijeron que: “Si no se juega el estadio se convertirá en un campo de batalla”. Una hora y media más tarde del horario estipulado, la final se puso en marcha. Fue un partido bastante discreto. Platini, con un tanto de penal, le dio la victoria a la Juventus. Tanto el gol como el título se festejaron como si la tragedia nunca hubiera sucedido.


Una vez más luego de que sucediera un accidente, se tomaron medidas para prevenirlo. Luego de aquella fatal noche, se realizaron varias modificaciones: los estadios tenían que tener asientos en todas las zonas, se implementaron las inspecciones para todos, la venta de bebidas alcohólicas quedó prohibida y se buscó restringir el ingreso de los ultras (hinchas violentos) a los estadios. Además, la UEFA sancionó al Liverpool por diez años, excluyéndolo de las competencias europeas, aunque terminaron siendo solamente seis años. Los clubes ingleses también fueron castigados con cinco años. 14 personas fueron juzgadas y condenadas a tres años de prisión por homicidio involuntario. La UEFA fue procesada como responsable solidaria, pero la causa nunca se concretó. No obstante, el daño ya estaba hecho.


Se cumplen 36 años de aquella tragedia y sin embargo parece que no se aprendió nada. La violencia en el fútbol sigue estando presente. A pocas horas de disputar una nueva final de Champions, los hooligans del City y del Chelsea desencadenaron una batalla en las calles de Oporto.


En varias oportunidades los dirigentes de los entes reguladores comentaron que trabajan para ver un deporte más igualitario, justo y transparente. Irónicamente, cada vez se está más alejado de eso. El fútbol es uno de los deportes más lindos del mundo y a diferencia de como piensan muchos lo pasional no justifica la violencia. No obstante, se sigue priorizando el capital antes que la seguridad y la venta del “producto” antes que la salud de todos los involucrados. No transmiten los valores que dicen estar defendiendo, pero sí dejan en claro cuál es su prioridad: “the show must go on”.


Ariel Mc Grath

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