MESSI COMO DI STÉFANO
- Thomas Somoza
- 4 jul 2020
- 3 Min. de lectura
Imaginá que Messi jugó en River, luego en Colombia —donde conoció al Che Guevara— y después en Real Madrid, para conquistar todo trofeo posible. Imaginá también que dirigió a Boca y River y obtuvo un récord que todavía nadie pudo romper y parece lejano que siquiera puedan igualarlo.

Imaginá que Lionel Messi nació el 4 de julio de 1926 en Barracas. Imaginá que empezó en el fútbol con la reserva de River hasta debutar en el primer equipo, pero luego viajó a Parque de los Patricios para jugar a préstamo en Huracán. Imaginá que, por la huelga de futbolistas de 1948 que le reclamó al presidente Juan Domingo Perón mejoras salariales, Messi partió rumbo a Colombia para vestir la camiseta de Millonarios y revolucionó el fútbol cafetero, pero no solo eso, sino que también se encontró con Ernesto Che Guevara para regalarle dos entradas (una en su poder y la otra en el de su amigo de viaje por Sudamérica Alberto Granado) porque Real Madrid visitó al equipo sudamericano para dos amistosos en Bogotá el 6 y el 9 de julio de 1952.
Pensá que los uniformes de las selecciones de Argentina y España envolvieron el cuerpo de Messi. Sí, jugó para las dos, pensalo por un momento. Con la celeste y blanca debutó en 1947 y disputó seis partidos. Se nacionalizó español en 1956 y en 1957 enfrentó a los Países Bajos con la casaca roja. La época permitía que Messi jugara con dos selecciones, pero jamás pudo enseñar sus dotes futbolísticas en un Mundial porque, en 1950, Argentina no participó del torneo que organizó Brasil y ganó Uruguay. Y tampoco se presentó al de Suiza cuatro años después. Con España no tuvo mejor suerte, ya que La Roja no logró clasificar a la cita mundialista que organizó Suecia en 1958. Y para la de 1962 en tierras chilenas —su última chance— sufrió una lesión que le imposibilitó participar, aunque viajó con el equipo para acompañar.
Ahora reflexioná que Santiago Bernabéu, exjugador y presidente de Real Madrid, se deslumbró con las dotes de Messi cuando el club a su cargo visitó a Millonarios y por eso lo hizo cruzar el charco para ponerse la camiseta del Merengue. Reflexioná que Messi ganó la Copa de Europa —hoy Champions League— en sus iniciales cinco ediciones de su historia. Sí, desde la primera en 1955 hasta la quinta en 1960. Todas de manera consecutiva hasta que Benfica de Portugal cortó la racha en la de la temporada 1960-1961. Pero reflexioná también que Messi conoció la sensación de ganar la liga española en ocho oportunidades de las once que disputó.
Fantaseá con que Messi, luego de retirarse en 1966, dirigió a Boca, River, Real Madrid y Valencia, entre otros. Fantaseá que no solo era buen jugador, sino que también se manejaba bien a la hora de entrenar, porque con el Xeneize ganó el Torneo Nacional en 1969 y con el Millonario el Campeonato Nacional de 1981, lo que lo convirtió en el único director técnico de la historia en coronarse con los dos equipos más populares de la Argentina.
En este momento, dejá de imaginar, pensar, reflexionar y fantasear. Solo tenés que leer que el Messi que imaginamos, pensamos, reflexionamos y fantaseamos existe, pero con otro nombre: Alfredo Di Stéfano, que cumpliría hoy 94 años, porque murió el 7 de julio de 2014. La Saeta Rubia fue el primer gran jugador del mundo por aparición cronológica. Luego llegaron Pelé, Cruyff, Maradona y Messi, el verdadero Messi. Hazañas con el Merengue, campeón con Boca y River, Di Stéfano debería ser recordado por todo el país. Deberíamos imaginarlo, pensarlo, reflexionarlo y fantasear con él también. Porque de los cinco más grandes jugadores de toda la historia, tenemos a tres.
Thomas Somoza
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