El sur de la Provincia de Buenos Aires se vio bien representado en esta Copa Sudamericana, ya que ambos finalistas fueron de allí. El campeón, Defensa y Justicia, enamoró al hincha neutral con una muy ofensiva filosofía de juego que arrolló a cuanto rival se le pusiese en frente durante su recorrido. Por la parte de Lanús, pese al amargo desenlace, en el cual fue absolutamente superado por su rival en el partido decisivo, también hizo un torneo digno de resaltar. Eliminando rivales gracias a una flexibilidad notable que mostró para adaptarse a distintos contextos que le surgieron camino a la final. Dos clubes nacidos de la humildad llegaron a la cima en esta oportunidad.
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Lanús fue fundado un 3 de enero de 1915 gracias una sesión vecinal autoconvocada. Apenas cuatro días después se conforma la primera comisión directiva, con Miguel Usaray como primer presidente granate en la historia y acompañado por Francisco Galarza y Jaime Thonson como primer y segundo vicepresidente respectivamente. Irónicamente, “Lanús” le fue puesto por el barrio en el que se fundó, el cual lleva el nombre de quien fue considerado el hombre más rico de Argentina por mediados del 1800: Hipólito Anacarsis Lanús.
La ironía yace en que esta institución no está asociada con los denominados “poderosos”. No es considerado uno de los cinco grandes. Su historia está ligada a momentos rudos como, por ejemplo, el haber transitado durante cinco años en la C del fútbol argentino (cuarta categoría). Pasa y resulta que ese barrio es uno humilde, el estadio de Lanús hace la división entre barrio y conurbano, porque detrás de la cancha se ve la imagen del sector más carenciado. Es lógico que la institución sea económicamente más débil que muchos otros de la máxima división. Pero en los últimos catorce años, está viviendo su mejor momento. Desde aquel equipo que de la mano de Ramón Cabrero se alzó con su primer título local en 2007, “El Granate” se mantuvo más de una década en Primera (sin poner nunca en riesgo su permanencia en ella), pisó fuerte nuevamente dentro de Argentina ganándole tres finales a San Lorenzo, Racing y River y volvió al plano internacional, consagrándose con la Sudamericana 2013 y llegando a las finales de las copas Libertadores 2017 y Sudamericana 2020.
Defensa y Justicia es un club joven. Tiene 85 años, su fundación data de un 20 de marzo de 1935. Es de Florencio Varela, situado en el conurbano bonaerense. La raíz de este club es similar a la historia anterior, solo que no fue una comunidad vecinal esta vez, fueron un grupo de amigos de la zona fanáticos del fútbol que se reunían para jugar al deporte en la calle, hasta que literalmente un día dijeron entre ellos: “¡Formemos un club!”. Una idea espontanea, algo que hasta incluso puede llegar a sonar un poco loco, parece la historia de un grupo de adolescentes aburridos en las vacaciones de verano y que se les ocurrió un proyecto para matar el tiempo. Pero esos son los inicios de este club, gente sin una gran billetera que llevaron a cabo la fundación y el mantenimiento de la institución a puro pulmón. Tal es así, que al comienzo no destacaban tanto sus actividades deportivas como si las sociales, se organizaban bailes dentro del club los cuales eran todo un éxito. Si bien sus fundadores fueron amantes del fútbol, recién “El Halcón” pudo afiliarse a la AFA en 1977, para arrancar a competir profesionalmente al año siguiente. Desde su debut profesional, le tomó treinta seis años llegar a la Primera División, para no abandonarla nunca más y salir campeón a nivel internacional antes que local, ganando esa competición siendo superior a todos los rivales a los que se enfrentó.
Ambos son clubes que tienen mucho en común, por sobre todo, históricamente. Clubes de barrio que rompieron con esa imagen y lograron ser campeones. Proyectos hechos con corazón, no con dinero. ¿Quién de esos vecinos o de aquel grupo de amigos hubiese podido imaginarse, no solo las adversidades a las que se enfrentarían sus creaciones, si no la manera de sobreponerse a ellas y la manera en que saldrían campeones por primera vez? Porque ambos clubes, cuando ganaron su primera estrella, enamoraron al hincha neutral.
Franco Janczewski
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