Corría el año 1952 cuando un joven rosarino llamado Ernesto emprendió su viaje junto a su compañero de la facultad de medicina, Alberto Granado, con el objetivo de recorrer Latinoamérica en su profundidad. En esa aventura, el fútbol se cruzo con ellos en el norte colombiano. A 92 años de su nacimiento, recordamos al líder revolucionario y su costado futbolero.
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Ernesto Guevara Lynch y Celia de la Serna, pertenecientes a familias de la clase alta y de la llamada aristocracia argentina, tuvieron al primero de sus cinco hijos el 14 de Junio de 1928 en la ciudad de Rosario, provincia de Santa Fé, Argentina. Aquel bebe decidieron llamarlo Ernesto, al igual que su padre. A los dos años, después de una grave enfermedad, se le diagnostica una afección asmática que hace que su familia decida trasladarse a la provincia de Córdoba, específicamente a Alta Gracia, donde transcurren su infancia y adolescencia.
En 1947 la familia Guevara-De la Serna sufrió un colapso. La empresa constructora de su padre quebró lo que conllevo a que Ernesto y Celia decidieran separarse y mudarse a Buenos Aires. En este proceso de divorcio, él permanece junto a su madre y sus tres hermanos en una vieja casona. Habiendo sido declarado no apto para realizar el servicio militar, Guevara ingresa en la Facultad de Medicina de la Universidad Nacional de Buenos Aires y comienza a interesarse por la política, aunque no milita en ningún partido. Es en este mismo año cuando realiza su primera gran aventura al recorrer la República Argentina en una bicicleta a la que añadió un pequeño motor, luego se alistará como tripulante en barcos de la flota mercante en viajes por la costa.
En 1951, Ernesto emprende, junto a su amigo, el médico Alberto Granado, un viaje en motocicleta comenzando por el sur argentino y siguiendo viaje hacia el norte pasando por Chile, Bolivia, Perú, Colombia, Venezuela, nación desde donde viaja en avión a Miami —donde permanece un mes— para regresar finalmente a Buenos Aires. La experiencia, recogida en un cuaderno y publicada como Mi primer gran viaje, es el primer contacto directo del 'Che' con la realidad social latinoamericana. El contacto con las condiciones extremas en que sobrevivían los mineros chilenos y su trabajo en la leprosería peruana de San Pablo, a orillas del Amazonas, fueron momentos cruciales para la formación de la sólida ideología revolucionaria que ya nunca lo abandonaría.
Aquel joven rosarino fanático del Club Atlético Rosario Central, aterrizó en Leticia, un necesitado pueblo de Colombia. Su objetivo era seguir camino a Bogotá, pero el viaje le costó alrededor de mil pesos argentinos de aquella época, una cifra imposible de pagar para aquellos aventureros. Fue allí donde surgió el ingenio argentino y el deporte les sirvió con creces.
El estilo que en aquellos años forjaban los argentinos para jugar al fútbol llamaba la atención en gran parte del mundo, y más aún en Colombia, ya que el ídolo de River Plate, Alfredo Di Stefano, se desempeñaba en el Millonarios de Bogotá de excelente manera, con un inminente traspaso al poderoso Real Madrid. Así fue como los ‘leticianos’, nuevos, humildes y de bajo nivel en la materia fútbol, decidieron darles una oportunidad a los dos jóvenes argentinos que recién pisaban su suelo.
El ´Che´ y Granado fueron los entrenadores del Independiente Sporting Club. Cobraron un sueldo por ello y siguieron así su camino a Bogotá. Los aventureros se dieron cuenta de que el pobre nivel futbolístico de sus dirigidos podía permitirles ser entrenadores y jugadores al mismo tiempo. Granado se ubicó en el ataque del equipo y realizó grandes actuaciones. Incluso, lo apodaron ´Pedernerita´, por su supuesto parecido a Adolfo Pedernera, leyenda del fútbol argentino. Por su parte, Ernesto no era dotado técnicamente, así que decidió ir al arco. Además, era asmático, y correr en excesos le podía resultar contraproducente, como ya le había sucedido en el rugby, deporte que practicó en su adolescencia.
El humilde Independiente Sporting Club hizo historia. Llegó a la final del torneo y perdió por penales. Granado fue una pieza fundamental del equipo, pero Guevara hizo lo suyo: “Atajé un penal que va a quedar en la historia de Leticia”, contó posteriormente en una carta dirigida a su madre.
Finalizado el certamen, la dupla pudo seguir su recorrido por Latinoamérica viajando a Bogotá, pero allí, el destino les deparó una grata sorpresa. Un estudiante de medicina que conocieron en su viaje, Julián Córdoba, sabía cómo ubicar al gran Alfredo Di Stefano. ´La Saeta Rubia´ les regaló dos entradas para presenciar el amistoso entre Millonarios y Real Madrid. De esa manera, Ernesto Guevara cumplió su anhelo de ver en acción al ídolo deportivo.
Agustín Matías Piñán
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