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DESPERTAR DESPUÉS DE LA PESADILLA

Foto del escritor: Franco JanczewskiFranco Janczewski

Si hay una competencia en el tenis que a la Argentina siempre le fue esquiva, esa es la Copa Davis. Y tuvo sus chances, con grandes jugadores a su favor, de local y de visitante. Incluso en el 2008 la final se jugó en Mar del Plata contra una España que no contaba con su principal arma (Rafael Nadal) y con una cancha que había sido modificada y preparada para jugar en una superficie en la que los españoles no estuviesen tan acostumbrados. No obstante, las “bilardeadas” parecen estar hechas pura y exclusivamente para el fútbol, porque el equipo nacional perdió aquella llave.

 

Pero 8 años después, habría revancha para el equipo argentino. Especialmente para uno de los tenistas que disputó la final del 2008 con tan solo 20 años y que muchos creen que pecó de joven. Juan Martín Del Potro se sacaría toda la mufa de encima.


Se dice que “La Torre de Tandil” fue inexperto a la hora de encarar esa instancia definitoria contra los ibéricos. Fue a jugar el Masters 1000 de Shangai (China) pocos días antes de la final. En plena juventud, con su carrera apenas comenzando y demostrando ya el diamante en bruto que era, es simplemente lógico que no haya querido perderse el torneo del continente asiático, ignorando incluso las advertencias de su experimentado compañero de selección nacional, David Nalbandian, que le repitió hasta el hartazgo que no lo hiciera. Él fue igual, compitió, perdió en Cuartos de Final y al regresar a tierras sudamericanas, perdió su respectivo encuentro contra Feliciano López. Tras un primer partido casi perfecto del “Rey David”, en el cual dominó y derrotó a David Ferrer, de a poco, todo se fue desmoronando y los europeos dieron vuelta la serie sin tener que transpirar mucho. Hay quienes afirman que esa fue la final más dolorosa. Porque el contexto era inmejorable para los latinoamericanos. Porque era una generación de tenistas que hacía tiempo ya que venía luchando por conseguir ese objetivo. Por la localía. Porque estaban más acostumbrados que su rival a jugar en esa superficie. Porque Nadal no estaba del otro lado. Etcétera…


Sin embargo, y al igual que en cualquier otro aspecto de la vida, la experiencia tiene un rol clave en el tenis. Del Potro seguro que está entre los 5 mejores tenistas de la historia del tenis argentino, indudablemente. En esa edición de la Davis ya lo había demostrado, pero la negación del título fue un fuerte revés para todos. Los años pasaron, la bronca (aunque mucho más lento) también y Argentina seguía sin poder posar sus manos sobre la preciada “Ensaladera de plata”. Pero un día eso cambió. Tenía que cambiar. Fue un premio a la perseverancia.


De ser inexperto, a ser el estandarte del equipo, esa fue la metamorfosis que vivió el tandilense. La noche del 27 de noviembre del 2016 no será olvidada. Cuando en Zagreb, Croacia, Juan Martín Del Potro, Federico Delbonis, Leonardo Mayer y Guido Pella, capitaneados por Daniel Orsanic, lograron lo que hasta entonces parecía utópico. Casi que imposible. Literalmente hablando, ya que cuando estaba todo dado para la consagración argentina, se escurrió como agua entre los dedos.


Muchos dicen que la actuación de Juan Martín en esa copa es comparable a la de Maradona en 1986. Y si que fue decisivo. En Semifinales (que Argentina fue visitante en Gran Bretaña) le ganó el primer partido a Andy Murray, que para aquel entonces era el número 1 del ranking. Mientras que en la Final, la cual volvía a tocar hacer el papel de la visita, jugó 3 de los 5 partidos contra los croatas (fueron el segundo, tercer y cuarto juego, todo seguido). Su primer rival fue Ivo Karlovic, luego fue compañero en los dobles de Mayer y cerró su participación en esta llave contra Marin Cilic. Solo en los dobles no salió airoso del encuentro, ya que en ambas ocasiones en las que le tocó un uno contra uno derrotó tanto a Karlovic como a Cilic. ¿Cómo salió la llave? 3-2 a favor de los visitantes, y dos de esas tres victorias fueron del mismo deportista.


Apenas 8 años antes, absolutamente todo había salido mal. Ya sea el tramite en cuestión, como el resultado final. Hubo allí un “jovencito” que cometió un serio error, pero que aprendió de él. Mantuvo su alto rendimiento durante casi toda una década y, cuando se lo necesitó, se puso el equipo al hombro. Argentina perdiendo ante España vivió un mal sueño, de esos que son tan malos que cuesta trabajo despertarse. Encontró en Del Potro a su faro, su guía, su capitán (en el sentido literal de la palabra, no en el rol de “coach” que cumplía Orsanic en este caso). Y juntos, le quitaron de encima toda la maldición que llevaba consigo “La Albiceleste” históricamente en esta competición, y enterraron en el olvido la dolorosa derrota del 2008.


Franco Janczewski

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