Impecable. No hay otra forma de describir el juego que desplegó Argentina en esa competición. García; Carabelli, Simón, Rossi, Alves; Barbas, Rinaldi, Maradona (C); Escudero, Diaz, Calderón (4-3-3). Ese era el 11 dirigido por Menotti. Con Juan Barbas y Osvaldo Rinaldi haciendo de doble 5 y conformando un triangulo en la mitad de la cancha con Diego de enganche, dejándole las bandas libres a Osvaldo Escudero y Gabriel Calderón para que bajen hasta el medio incomodando el comienzo del circuito de juego rival.
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Algunos dicen que esa selección tuvo al mejor Maradona. Aquel que debuto en Argentinos Juniors, alguna vez Quique Wolff (integrante de aquel plantel del Bicho) expreso: “El mejor Maradona de todos los tiempos lo vimos los jugadores de Argentinos y sus hinchas”. No solo poseía una habilidad pocas veces vista para dejar desairado al rival, sino que ya a su corta edad tenía una cancha impregnada en el cerebro, como aquel mapa que tienen los videojuegos de fútbol, que le daba una excelsa capacidad de creación de juego.
Esa Selección juvenil jugaba incluso mejor que la mayor, la cual un año antes había sido campeón del mundo también. Su juego era “elitista”, quiere decir que le daba absoluta prioridad a la estética. Nada de pelotazos, todo por abajo. Esa era la filosofía del técnico de ambas selecciones: Cesar Luis “El Flaco” Menotti.
El Mundial que Argentina consigue en 1978 está manchado por la dictadura civico-militar que gobernaba el país en aquel entonces. Se sospecha fuertemente que el partido que el local le gana 6-0 a Perú estuvo arreglado, dado a que, si la albiceleste no derrotaba por mas de 3 goles a su rival de turno, la final contra Holanda la jugaría Brasil. Y en cuanto al conjunto europeo, no solo su participación estuvo en duda hasta el inicio del campeonato, sino que Johan Cruyff (figura de su selección) se negó a venir. Todo esto por el fuerte rechazo que le producía a la sociedad holandesa el régimen antidemocrático que gobernaba al país anfitrión aquel entonces.
Ambos triunfos mundialistas sirvieron para que la Junta Militar infle el pecho y haga creer que los éxitos deportivos eran por ellos. Intervenían absolutamente todos los aspectos de la sociedad nacional, el deporte incluido, y la AFA también. La Asociación del Fútbol Argentino era mandada por el Vicealmirante Carlos Lacoste quien ni bien asumió al cargo, un 25 de marzo de 1976, lo primero que hizo fue juntar a todos los trabajadores y decirles: “El primero de abril quiero la renuncia de todos”. No hace falta aclarar que pasaba si se negaban a renunciar. ¿Estaban la organización y el fútbol en cuestión en crisis? ¿Eran una manada de incompetentes que ninguno hacia bien su trabajo y por eso se tenían que ir? ¡Por supuesto que no! Pero los militares para trabajar querían a todo un personal que piense igual a ellos y que no se opongan a ninguna de sus drásticas medidas.
Tras un muy mal mundial de 1974, Menotti toma el cargo el 12 de octubre de ese mismo año. Había hecho méritos suficientes en Huracán para que lo llamasen (algunos creen incluso que ese equipo jugaba mejor que los campeones 1978 y 1979). Hasta el día de hoy, esos triunfos generan sensaciones encontradas. Cuando ocurrieron, el pueblo se lleno de alegría, pero a la vez solo se encegueció un poco más sobre lo que estaba pasando. Actualmente el publico futbolero se reparte, y están aquellos que dictaminan que el Mundial 78´ estuvo arreglado y el extremo rechazo que genera la dictadura hace que no se aprecie tanto el título juvenil 79´, cuando es el único de los dos que no cabe duda alguna que se consiguió limpiamente y con un juego de gran nivel. Así que a la pregunta del titulo se la debe responder con otra pregunta: ¿El fútbol elitista había opacado nuestra realidad política o nuestra realidad política había opacado el fútbol elitista?
La segunda opción sería la ideal, mostraría que su plan de tapar los crímenes de lesa humanidad (que se estaban llevando a cabo aquel entonces) con éxitos deportivos había fallado. Desde el presente, se puede decir que nadie olvida las macabras intenciones de la Junta con estos campeonatos, que utilizaban a los deportistas como peones para distraer a la gente. El dilema es… ¿Qué tan consciente era el pueblo argentino, en ese momento, de que se los estaba distrayendo?
Franco Janczewsi
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