Pasaron 42 años, de la primera vez que la Argentina se consagró campeón del Mundo. Pero al hablar de la Copa Mundial de 1978 se entrecruzan sensaciones y sentimientos contrapuestos. Los recuerdos de esos días están cargados de congoja, de bronca y contradicción porque cuando la selección albiceleste conquistó esa copa, el país estaba viviendo sus años más oscuros.
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El 1 de junio de 1978 arrancó el undécimo mundial de fútbol, un campeonato que duró menos de un mes. A pesar de sostener toda la atención en la pelota y de los gritos eufóricos por cada gol convertido, eso no logró acallar aquellos gritos desgarradores de muchos ciudadanos detenidos ilegalmente. Según el Registro Unificado de las Víctimas del Terrorismo de Estado (RUVTE), se calcula que fueron más de 50 personas que fueron detenidas de forma ilegal durante los 24 días que duró el mundial. Un poco más de dos desaparecidos por día.
Desde el año 1976, la Argentina se encontraba bajo una dictadura cívico militar, al igual que la mayoría de los países de Sudamérica. Este Mundial fue un torneo utilizado por el gobierno de facto para tapar las atrocidades que eran cometidas durante su mandato.
El presidente del gobierno de facto plantó un plan de comunicación y distracción preciso para que los argentinos desconocieran la situación real que se vivía a 10 cuadras del Monumental y en varios establecimientos clandestinos cercanos a las otras sedes del mundial. La dictadura encontró en el mundial del 78 el mejor telón para cubrir la obra macabra de la desaparición y la muerte. El fútbol fue primordial en la agenda de la dictadura militar, había que tapar las denuncias que venían desde el exterior sobre los crímenes que estaban cometiendo los militares en el país.
Los militares contaron con el apoyo de Joao Havelange, presidente de la FIFA, que en el inicio del campeonato comentó: “Argentina está ahora más apta que nunca para ser la sede del torneo”. Sus palabras graficaban una imagen equivocada del país, una postal que calzaba perfecto con los intereses de Jorge Rafael Videla.
En una copa bajo sospechas, la Selección Argentina era uno de los máximos candidatos. El comienzo no fue fácil con una primera ronda que presentó rivales de jerarquía y obligó a la Argentina a cambiar de sede tras perder contra Italia. La segunda parte del torneo, se disputó en Rosario, donde la argentina compartió el grupo con Brasil, Polonia y Perú. En la primera fecha la celeste y blanca venció 2-0 a Polonia y luego empató 0-0 con Brasil. Debido a estos resultados, si la Argentina quería llegar a la final, tenía que golear a Perú, por una diferencia de 4 goles. Si bien la selección nacional logró imponerse por 6-0, ese partido dio paso a muchas sospechas y conjeturas, sobre si el mundial estaba arreglado o no.
La final de la Copa del Mundo de 1978, fue Argentina vs Holanda en el Estadio Monumental, a menos de 10 cuadras del centro clandestino de la ESMA. Fue un partido complicado, pero en el minuto 38, Kempes abrió el marcador para el delirio de millones de hinchas. Todo parecía indicar que el anfitrión levantaría la copa del mundo en su casa, pero a falta de 8 minutos para el cierre Nanninga puso el empate para el equipo naranja. Con el marcador en tablas, el partido fue al tiempo extra. Ahí la Argentina logró adelantarse con otro gol de Kempes y minutos más tarde Bertoni pondría el 3-1 definitivo.
Tras la consagración de la Selección Argentina, Joao Havelange dijo: “Por fin el mundo puede ver la verdadera imagen de la Argentina”. Esas fueron las palabras del presidente de la FIFA. Que parecía ignorar todas las denuncias a la violación de derechos humanos que ocurría en el país.
El mundial organizado en la Argentina no solo será recordado por los gritos de gol que pasaron en el monumental, sino también por los gritos de dolor que ocurrieron a pocos metros de ahí y en todo el país. “Y así entre goles y tortura, entre canciones de cancha y desapariciones, en junio de 1978” la pelota volvía a rodar y una vez más el deporte era utilizado como una pantalla.
Ariel Mc Grath
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