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A 34 AÑOS DE LA TARDE DE ENSUEÑO ALBICELESTE

Foto del escritor: Agustin Matias PiñanAgustin Matias Piñan

La tarde azteca del 22 de Junio de 1986 fue la jornada más recordada por el pueblo futbolero de la Argentina. Cada argentino recuerda perfectamente donde estaba aquel día. Una sociedad herida por la reciente dictadura cívico-militar (1976-1983) que, además de secuestros y 30.000 desaparecidos, llevó a un ejercito sin preparación a la guerra para recuperar las Islas Malvinas tomadas por el imperio británico. Hace 34 años, en el Distrito Federal de México, Diego Armando Maradona le devolvió la alegría a aquella sociedad golpeada con dos goles de antología y la victoria frente a la selección de Inglaterra en los Cuartos de Final de la Copa del Mundo de 1986.

 

"¡Si quieren venir que vengan, nosotros les presentaremos batalla!" fue el grito bélico del presidente de facto, Leopoldo Fortunato Galtieri, ante una Plaza de Mayo colmada por el pueblo argentino el 2 de Abril de 1982. La República Argentina había tomado posesión de las Islas Malvinas y el genocida oriundo de Caseros, con un par de copas encima, salió al balcón de la Casa Rosada a declararle la guerra a Inglaterra en un claro manotazo de ahogado por parte de una Junta Militar debilitada. Más que un grito de guerra, fue una sentencia que condeno a miles de jóvenes inexpertos a la muerte.


Además de la ínfima preparación para el combate, las condiciones para los soldados no eran las mejores. Años después, las denuncias de los combatientes dan cuenta de aberrantes métodos de tortura por parte de los oficiales, de muertes por congelamiento y por hambre cuando en el país se juntaba comida a mansalva para ayudar al ejercito argentino. La oficialidad, en cambio, comía y bebía como si a su alrededor nada estuviese ocurriendo. La guerra concluyo con la rendición del ejercito argentino el 14 de Junio de 1982 luego de contraer la caída de 649 combatientes argentinos. La derrota en el campo bélico terminó de sentenciar el fin de 6 años de dictadura cívico-militar. El 10 de Diciembre de 1983, la Argentina volvió a un estado democrático mediante la victoria en los comicios electorales de Raúl Alfonsin, de la Unión Cívica Radical.


Cuatro años después de aquella tragedia, la Selección Argentina de Fútbol se llenaba de ilusiones e iniciaba su camino en la Copa del Mundo de México 1986. Con Diego Armando Maradona como capitán y estandarte, la Albiceleste de Carlos Salvador Bilardo avanzó, sin complicaciones, la fase inicial al vencer en el Grupo A a Corea del Sur por 3-1, empatar 1-1 con el campeón defensor que era Italia y derrotar por un 2-0 a Bulgaria en el ultimo partido de dicha fase. En Octavos de Final, eliminó al combinado de Uruguay en el 'Clásico Rioplatense' por 1-0 con gol de Pedro Pablo Pasculli en Puebla. El conjunto charrua venía de clasificar a la fase final como 'Cuarto mejor tercero' luego de empatar en el Grupo D con Alemania Federal y Escocia y recibir un adverso 6-1 en contra ante Dinamarca.


En Cuartos de Final, se dió lo esperado por los 30 millones de argentinas y argentinos. Inglaterra esperaba a un envalentonado equipo argentino que buscaba, entre tintes de revancha al conflicto bélico, regalarles una sonrisa y un momento de algarabia a un pueblo violentado por donde se lo vea. El conjunto de Bobby Robson llegaba al Distrito Federal con un andar discreto de dos empates y dos victorias en la competición.


“Dale, eh, dale que si vos jugás bien yo juego bien, dale que sos el mejor, dale que a estos hijos de puta los vamos a matar” fueron las palabras de Diego Maradona a Jorge 'Tata' Brown en los vestidores. “¡Piensen en Argentina! ¡Transpiren y orinen sangre!” los arengaba el 'Narigon' Bilardo a sus dirigidos. El clima que se vivía en el Estadio Azteca del Distrito Federal era claro. Para la Argentina, los 22 que aquella tarde vistieron de blanco con shorts celestes no eran la Selección de Inglaterra. Para la Argentina, aquellos 22 eran el invasor que usurpó, ilegitimamente, las Islas Malvinas en 1833 y los asesinos de 649 argentinos.


Luego de los himnos, donde florece aun hoy la emoción del pueblo argentino, el balón comenzó a rodar. Tras un primer tiempo de mucha fricción y un cotejo disputado, el capitán argentino le regaló, en la segunda parte, las gemas más preciadas del arte futbolera al mundo de este deporte. A los 6 minutos del complemento, el Pelusa de Villa Fiorito tomó la pelota fuera del área y con la pierna izquierda se lo pasó, entre varios defensas ingleses, a su compañero Jorge Valdano, quien intentó llevarlo pero el balón fue interceptado y lanzado atrás y arriba, en su afán por despejar, por el defensor Steve Hodge. Ya dentro del área y con la pelota cayendo, el 10 fue en su búsqueda a la par del experimentado arquero Peter Shilton, 20 centímetros más alto que él. El ingles saltó adelantando su mano derecha, al mismo tiempo que Maradona lo hacía con el brazo izquierdo extendido. El puño del jugador argentino, cercano a su cabeza, golpeó antes el balón, que rodó hacia el arco britanico. El capitán de la Albiceleste comenzó a festejar, mirando de reojo al árbitro y al juez de línea, y se relajó cuando el gol fue convalidado. El estandarte del Napoles le dió de su propia medicina al pueblo ingles.


Cuatro minutos más tarde, Maradona se convertiría en leyenda. El ídolo argentino, luego de recibir un pase de Héctor Enrique, pisa el balón ante dos jugadores britanicos y arranca una carrera endiablada, desde su campo, hacía el arco rival. Durante su trayecto a la gloria, "Caen las tropas de su majestad" sostienen Los Piojos en 'Maradó'. Los derrotados fueron Glenn Hoddle, Peter Reid, Kenny Sansom, Terry Butcher y Terry Fenwick que quedaron como "Estatuas de cemento", reza '¿ Que es Dios ?' de Las Pastillas del Abuelo, y solo pudieron observar el '10' gris abrillantado en la espalda del Pelusa al acercarse al portero Shilton, que igualmente fue burlado por el genio del fútbol mundial para desatar el delirio del pueblo argentino y marcar un hecho histórico que, 34 años después, se recuerda como si fuese ayer.


A pesar del tanto de Gary Lineker a falta de 9 minutos para el final, la Argentina se clasificó a las semifinales del campeonato mundial para enfrentarse a Bélgica. La Albiceleste conseguiría el titulo a los 7 días de la hazaña ante Inglaterra. En las retinas de los argentinos, el mundial no hubiese tomado la transcendencia que tomó si no fuese por la victoria ante el conjunto europeo. Para el pueblo albiceleste, la victoria en el Estadio Azteca es la epopeya de mayor magnitud de la historia del fútbol argentino y una sonrisa dentro de tanto dolor. Un resultado deportivo no devolvió ni devolverá las vidas de aquellos que murieron en manos del ejercito ingles y de la irresponsabilidad del estado de facto argentino, pero le dio a la República Argentina, una caricia al alma y una emoción inconmensurable que vive hoy, 34 años después, en cada repetición del relato de Victor Hugo Morales de la hazaña maradoniana.


Agustín Matías Piñán











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